La madre perfecta

© 2016 Brendaliz Figueroa Guzmán

Soy la madre que va al día de juegos de su hijo, y aunque tenga tremendo dolor de menstruación y haya dormido solo tres horas, brinca, grita, salta y aplaude como una loca. Quizás lo aprendí de mi madre, a quien nunca he visto llorar por dolor físico. Soy distinta a ella, que conste, pero lo que soy se lo debo. Eso es indiscutible.

Soy esa madre que se emociona y llora cuando ve las notas de sus hijos, y con cada lágrima recuerda las veces que ha perdido la paciencia mientras ayuda a sus hijos con alguna tarea escolar.

Soy aquella madre que no duerme porque uno de sus hijos está enfermo, mientras lacta al otro, y por la mañana, sin saber cómo, sale de la casa antes de las 7:00am vestida y arreglada para ir a trabajar, a tiempo para el colegio, con los niños ya desayunados y los almuerzos y meriendas listos.

Soy una de esas tantas madres que hace mil cosas en la casa cuando los niños ya se han dormido.

Soy la que a veces pierde la cordura y necesita auto castigarse tomando un “time out” encerrándose en el baño a pensar mientras inhala y exhala contando hasta sabe Dios qué número. La misma que luego de un minuto sale del baño renovada y resplandeciente (solo en su mente se ve así) y continúa lo que está haciendo.

Hoy llevo puesto un “pendant” que me hizo mi hijo. Lo preparó en el colegio. Estuvo muy emocionado durante toda la semana, contándome que me tenía una sorpresa,  que era de mi color favorito y que estaba pintándolo. El viernes no pudo resistir la tentación, y me lo dio contentísimo diciendo “eres la mejor mamá del mundo”. Lloré como una tonta. Tenía razón. Es violeta, mi color favorito, y lo pintó con esmalte. Me lo colgué del cuello enseguida, y le prometí que lo usaría hoy también.

Es en estos pequeños detalles que vemos lo importante que somos para nuestros hijos. Ellos sí se fijan, ellos sí saben lo que nos gusta y lo que nos hace felices. En la medida en que le demostramos que son importantes y amados, ellos también nos lo devuelven, no necesariamente con palabras, pero lo devuelven.

Cada una de nosotras somos la madre perfecta para nuestros hijos, aun con todas nuestras ”imperfecciones”.

¡Felicidades a todas hoy y todos los días! Sigamos ejerciendo esta labor. No hay salida, es para toda la vida, ja,ja,ja…

El regalo de mi hijo

El regalo de mi hijo

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  1. Me identifico tanto con este escrito! Me encanta!

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  2. Demasiado hermoso!!!!!!
    Un abrazo fuerte amiga!
    TQM

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Cosas de madres