Me rechazó a los 9 meses :-(
Mi cuento del destete fue más sencillo que el de otras madres.
A Nicole le encantaba la leche sin importar que fuera de fórmula o materna. A los seis meses se me agotó el banco, por mi rutina de sacar sólo una vez al día mientras trabajaba y que tomaba 4 bibis de 6 onzas mientras yo trabajaba. Entre los seis y nueve meses, durante el día, comencé a mezclar leche materna con fórmula hasta que sólo le daba leche materna en las mañanas, noches y madrugadas. Y durante ese tiempo me empezó a morder cuando le salieron los dientes (“ouch!”). Fue un proceso doloroso para ambas, y de muchas amanecidas.
A los nueve meses, cada día producía menos leche y Nicole se frustraba. Una noche fue tal su reacción que le viró la cara a la teta y jamás la quiso. Usó gestos como toda una gran artista de cine. Imagínense la escena. No les cuento cómo me sentí…rechazada, mala madre, etc. Prefirió el bibi a su madre. Luego me tomó dos años y medio desbibizarla. Todavía pide bibi y se lo he vuelto a dar en la mañana y la noche.
¿Y la teta, qué?
Cuando nació su hermano, le volvió la curiosidad. Quería acurrucarse conmigo igual que su hermano y eso incluía regresar a la teta. Pero les cuento que no duró ni un minuto. Se preparó, miró, se rió, se acomodó, se rió más, probó y dijo:
“FOO, CACA!”