Luego de dormir en la sala de parto toda la noche y sin sentir una contracción, a las 7:00 a.m. me inducen el parto.  Era mi primer parto y tenía 41.5 semanas.

Tomé clases de parto sin dolor con mi marido, pero entre la ansiedad del evento y mi odio a los hospitales, no me sirvieron de mucho.

A las 7:30 am me rompen fuente y a las 9 am ya estaba gritando por el anestesiólogo.  Mi médico era de aquí y muy bueno en lo que hace.  Era yo la que no lograba controlarme para que me pusieran la aguja.  Con las contracciones contínuas y botando el líquido amniótico frente a todos (qué pachó!) pensé que me iba a “colgar” en la prueba de la epidural y tendría que parir con dolor de castigo.  Cuando ya no aguantaba más, el médico logró ponerme la epidural y recibí mi primer shot.  QUÉ ALIVIO! Fue la mejor sensación, todo se tornó color de rosa y pude dormir.  No canté victoria por mucho tiempo, en menos de 2 horas volvieron los dolores.  Suerte que pude pedir otro “shot” y luego otro hasta que mi esposo me paró en seco y trancó la llave de la epidural.  A pujar a Nicole se ha dicho luego de 14 horas de trabajo de parto.

Gracias a Dios nació sana, de 8 lbs 7 onz.

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