Gallinas de palo
Gallinas de palo
©Brendaliz Figueroa, 11 de abril de 2011
Las gallinas de palo – o iguanas asquerosas, como les llamo yo- se quedan inmóviles, como estatuas. Estoy segura de que las han visto. De la nada, salen corriendo como alma que lleva el diablo. Tan aburridas que se ven, y cómo nos engañan sorprendiéndonos con tanta rapidez.
Los bebés son como gallinas de palo.
Un día está ahí sentadito, sin hacer mucho. Al día siguiente juras que no se moverá, y de repente miras para el otro lado, y el muchachito se ha ido a andar por ahí, en un abrir y cerrar de ojos.
Es una lástima que haga semejante comparación, pero así son. Al menos los bebés dan ganas de besar y de apretar. Las iguanas cochinas esas me provocan salir corriendo y gritando despavorida.
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