Sin el nene
Sin el nene
©Brendaliz Figueroa, 8 de diciembre de 2010
Ya habían pasado cuatro meses del nacimiento de mi hijo. Decidimos irnos de fin de semana y dejarle el nene a mi mamá, quien con mucho gusto estaba dispuesta a cuidarlo.
Dejé las bolsitas de leche materna en fila en la nevera. Todo estaba bien etiquetado, las instrucciones eran claras y estaban por escrito. Me llevé la máquina de sacar leche para poder vaciarme durante el fin de semana.
Creía que iba a llorar cuando me fui, pero no lo hice. (Aplausos para mí, por favor. Gracias).
¿Cuántas veces llamé a mami? Uy, no tengo la menor idea. Seguramente fueron como mil.
-¿Ya tomó leche?
-¿Se la ha tomado toda y sin problemas?
-¿Orinó?
-¿Hizo caca?
-¿Cómo es la caca?
-¿Durmió bien?
-¿Ha llorado mucho?
-¿Lo bañaste?
…Qué paciencia hay que tenerle a las madres, ¿ah? (incluyéndome).
(Si creían que yo estuve imprudente, mi esposo era peor. Lo único que pensaba el último día era en hacer “check out” para irse al ver al nene).
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