70 horas en sala de parto
27 de enero de 2010
Entré a sala de parto el sábado, 29 de agosto de 2009, pensando: “Ahora nace mi hijo el mismo día que se supone cumpliría años Michael Jackson”. Qué tonta yo, pensando que paría ese mismo día. Para mi sorpresa, salí de allí 70 horas más tarde. Estaba tan desorientada que no sabía si iba de camino a la habitación del hospital o si había muerto (en el intento de parir al muchachito) e iba camino al cielo.
La idea era seguir instrucciones de mi doula y no ir al hospital hasta tener al niño casi afuera, pero como el hombre propone, y Dios dispone, llegué a las 41 semanas, y yo “fresh”, como si nada. Me tuvieron que hacer la inducción. Maldición. Yo que soñaba con romper fuente bien casualmente un día de esos, y de repente comenzar a sentir contracciones fuertes, y parir. Pues no, a mí no me tocó así.
Mi hijo siempre estuvo en posición, y rotó bien y todo. Él estaba ahí, listo, pero no quería salir. Me hizo pujarlo durante CUATRO horas. Yo decía: “no puedo más, hálenlo por el pelo, hagan algo, lo que sea”. Todos se reían, excepto yo.
Mi esposo fue un “coach” regular. Sin la doula, su presencia en la sala de parto no hubiese sido de gran ayuda. Estaba más cansado que yo, y hasta se quedó dormido en varias ocasiones (durante el parto). Que quede claro que yo no quería parir sin su presencia. Yo no quería estar sola en ningún momento. Tampoco lo culpo. Durmió en el piso de la sala de parto, en un “yoga mat”. Además, creo que verme sufrir y no poder hacer nada es más drenante que el parto mismo.
La doctora no me hizo episiotomía. La naturaleza y mi hijo se encargaron. Caminé con bastante dificultad varios días luego del parto.
Mi esposo dice que soy su heroína. Claro, si tuve un coco con cuerpo de 8 libras y 9.5 onzas luego de haberlo pujado acostada, de lado, parada, en cuclillas, de todas las formas posibles.
El coco nació el lunes, 31 de agosto de 2009, el mismo día del cumpleaños de Emma, nuestra queridísima perra (que ese día cumplía ocho años). Qué alegría.
Excelente!!!!!! You are gifted!!! A natural stoyteller. Keep going!!!!!!
Qué linda. Muchas gracias.
Heroína de todos muchachaaaaa, wao!!! Pero eres feliz y tienes un puchungo precioso llenándote la vida de alegría y par de aconteciminetos jajajaja
🙂
Gracias Dafne. By the way, me encanta desde el principio que hayas bautizado a Joshua “el puchungo”.
Brenda,
Yo rompí fuente casualmente, un día de esos, mientras me levantaba del sofá y Violeta no salió. La tuvieron que sacar, no hubo doula, ni esposo, ni pitusina que pudiera, simplemente se negó. O sea que no te preocupes.
Nena, a mí me indujeron, me rompieron fuente un día más tarde, me vaciaron la vejiga dos días después, y él sin salir, no quise pitocina (o como sea), tampoco Demerol,…lo pujé a pulmón, y todavía hoy, por más que la gente me diga “eso se olvida”, yo recuerdo todo MUY bien. Ese dolor y la muerte para mí es lo mismo. (Así imagino que debe doler cuando uno se está muriendo).
Saludos Gretchen.
Ja,ja,ja!!! Cuando mi primera hija, Laura Stella, iba a nacer, yo tenía otra ginecóloga, bien viejita, by the way. Ella no tenía la instrumentación necesaria en su oficina, por lo que yo tenía que ir a otro lugar a hacerme los sonogramas y ella me mandó a hacer sólo 3 en todo el embarazo. Cuando llegamos a la semana 38, me mandó a hacer el último sonograma y cuando fuí a la cita de la semana 39 y me leyó el resultado, me dijo que me fuera al hospital, que me esperaba en sala de parto. Me tenía que provocar el parto, porque ya Laura no tenía casi líquido amniótico y yo nunca rompí fuente (o al menos, nunca me percaté). Después de la inducción, en donde me metieron pitusina, oxitocina y de cuanta madre, y 10 horas más tarde, me llevaron a hacerme cesárea.
Con David Fernando fué otra cosa. En la semana 38, mi suegra (que vino desde Venezuela a ayudarme con los preparativos del parto y luego se quedó como dos meses y medio!!!!) me hizo una comida espectacular y cuando me levanté de la silla para servirme más agua, siento un chorro que me bajó (y no paraba!!!) y me asusté. Luego de algunos segundos, en donde pensé que me había orinado encima, me percaté que era que había roto fuente. Una hora después, estaba yo lista para ir al hospital y tenía contracciones cada 3 minutos. Yo sabía que aquello no iba a terminar en parto normal (lo que yo hubiese querido) y me disfruté cada dolor, cada contracción, que se hacía más grande cada minuto!! Cuando llegamos al hospital, ya estaba dilantando de cada hora y me mandaron a acostar, por órdenes de mi nuevo ginecólogo. Pero, lamentablemente, otra cesárea más para mi record. Pero sé que, por lo menos, viví una experiencia cercana al parto normal!!
Pues yo tuve suerte, porque no dejé que me metieran cuanta cosa de esas, y aunque estuve 70 horas en la sala de parto y aquello pareció un maratón y una agonía, pude parir al niño, que by the way, estaba bastante grandecito.