Héroes anónimos

© 2020 Brendaliz Figueroa Guzmán

Hablemos de ellos, de todas las personas que no pueden dejar de ir a sus trabajos, pero sobre todo, hablemos de las cuidadoras de ancianos. Sí, esas que se echan ancianitas encima el día entero y están moviéndolas de un lado para otro, llevándolas al baño, bañándolas, limpiándolas y añoñándolas, por un salario absurdo por el que muchos no harían nada.

Ellas no se pueden quedar en sus casas cuando todos los demás lo hacemos. Su trabajo no se los permite. Ellas no pueden cuidar a sus hijos durante este periodo de aislamiento social, no pueden “disfrutar” este momento y compartir en familia.

Ahí están, todos los días, alcahuetas y sonrientes. A fuerza de vigilia afuera del asilo y acuerdos verbales han respondido a nuestros gritos desde la calle para bajar a recoger dibujos y notitas que hicieron mis nenes para abuela, y la han sacado al balcón a saludar como mandataria en toma de posesión.

Gracias a estas heroínas anónimas, hoy y todos los días. Mi respeto y agradecimiento.

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  1. La verdad que son angeles! Se me aguaron los ojos con este post al ver a tus hijos saludando a la abuela. Vives lo que predicas sobre la empatia y eso siempre quedara con ellos. La sonrisa de abuela lo vale todo- gracias por compartir.

    Un abrazo! Stay healthy 🙂

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