© 2024 Brendaliz Figueroa Guzmán

No soy feliz todo el tiempo ni estoy feliz siempre, pero soy feliz muchas veces y a cada rato,… ¡y eso vale!

Tengo un adolescente en casa. En los pasados 24 meses he envejecido aproximadamente 15 años. No hay que abundar. ¡El que tiene adolescentes (o tuvo), seguramente entiende! Por lo menos me ha preparado para cuando mi pre teen llegue a tan dulce edad.

Hace unas semanas estuve en los días de juegos (field days) de mis hijos, como todos los años. Son mis días escolares favoritos; siempre lo fueron, desde que era niña. Me los gozo como si fueran “la gran cosa”.

Mirando alrededor, pensé que a mi hijo solo le quedan tres field days más. Eso se va en tres pestañeos. Cuando los seniors halaron la soga, se me aguaron los ojos. Por suerte puedo seguir disfrutando unos años adicionales gracias a la juventud de mi futura adolescente. No sé cuán jorobada yo esté para ese entonces y si podré subir las gradas, pero esos son otros veinte pesos. Veremos cómo llego de aquí a allá.

Bueno, la cosa es que la felicidad es un ratito aquí, un rato allá, ver a los hijos felices corriendo y jodiendo en sus días de juegos, escucharlos cantar sus canciones favoritas, verlos reir de cualquier tontería, y así sucesivamente. La felicidad es hablar con los amigos, compartir en familia, bailar como idiota (o bailar bien si uno tiene ese talento), cantar a to’ pulmón, reirnos hasta llorar, ver un atardecer… Hay que tener los ojos bien abiertos, reconocer esos ratos y vivirlos al máximo.

###

28 de marzo de 2024