November 25, 2011 — Brendaliz Figueroa
Pesaba 14 libras
Pesaba 14 libras
©Brendaliz Figueroa, 25 de noviembre de 2011
Hace un tiempo leí un reportaje muy triste sobre cómo las madres en África tienen que dejar atrás a sus hijos enfermos y desnutridos para poder seguir adelante con los demás. Literalmente los dejaban porque sabían que iban a morir y seguían andando con el resto, ya que no les quedaba otro remedio. Al terminar de leer estaba muy triste. Tenía los pelos de punta.
No hay que ir tan lejos como a África.
Esta semana me indigné al ver la noticia del niñ0 de cuatro años que pesaba 14 libras y murió en el hospital. No exagero cuando digo que tuve náuseas.
Si el niño tenía una condición por la que no aumentaba de peso, no entiendo por qué su mamá no tomó cartas en el asunto. Si fue que la madre del niño lo dejó morir de hambre, no es posible que nadie más supiera eso. Alguien tiene que haber sabido de la condición en la que vivía el pobre nene. Me endiabla que nadie haya actuado para ayudarlo y salvarle la vida.
Mi hijo tiene dos años y pesa 30 libras. No entiendo cómo uno de cuatro puede pesar 14. Tiene que haber sido todo hueso.
Si mi hijo tiene hambre y tengo que dejar de comer para que él lo haga, le doy mi comida sin pensarlo dos veces. Haría todo lo posible para que mi hijo tuviera una vida digna. Y no estoy hablando de lujos ni excesos, sino de lo básico como amor, techo, comida y un lugar para dormir.
Dejarlo morir no cabe en mi cabeza.
Lo irónico de todo esto es que -probablemente- con su muerte le salva la vida a sus hermanos. Espero que esos niños ahora estén con personas que los alimenten, los cuiden y los amen, para que no corran la misma suerte de su hermano fallecido.
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