¡Qué afortunada soy!

©Brendaliz Figueroa Guzmán

El sábado tuve la oportunidad de visitar un campamento de niños y jóvenes con discapacidades. No fui sola. Éramos mi esposo, mi hijo y yo.

Qué mucha falta nos hace a veces tener estas experiencias tan de cerca para recordarnos lo afortunados que somos, y todas las razones que tenemos para dar gracias todos los días.

Todo el personal regala su tiempo y está allí en el campamento 24/7 durante una semana de mucho trabajo, mucho esfuerzo y muy poco descanso. Cada niño/jovencito tiene un voluntario asignado que no se separa de su lado. Las personas detrás de este monumental acto de amor trabajan todo el año para recaudar los fondos necesarios y poder llevar a cabo el campamento.

Tanto niños como voluntarios estaban allí con sus sonrisas a flor de piel, gozando de las cosas más simples de la vida. ¡Y tanto que nos quejamos los que menos podemos!

Necesitamos más almas nobles y caritativas, e insisto, necesitamos ser más agradecidos.

¿Contaste tus bendiciones hoy?

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3 de junio de 2013

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