Hoy Nicole se botó con la perreta que le dio. Saliendo al trabajo en la mañana y todos montados en el carro y ya fuera de la urbanización, a Nicole se le antoja su Kaloo (peluche de conejo) y su frisa de flores.  No sólo se antojó, sino que me mandó a regresar a la casa a buscarlos.  Seguí los consejos de madres y sicólogos, y no le hice caso.  Le expliqué que ya habíamos salido, que mañana estuviera pendiente y si los quería, que los trajera.

Pa’ qué fue eso! Ese fue el comienzo de la perreta del año.  Pataleteó, gritó, lloró sin parar, me tiró los zapatos desde su “car seat”, y todo mientras manejaba al cuido de niños.  Se quitó las medias.  Siguió gritando.  Mis pobres oídos estaban sufriendo y tomaron horas en recuperarse.  Tosió, escupió y pidió terapia.  Ahí fue que me preocupé. Que no le fuera a dar un ataque de asma.  Y siguió gritando.

En los 15 minutos al centro de cuido usé todas las técnicas que conozco y experimenté con unas nuevas.  Al pedirle que me hablara sin gritar para entenderla, saben qué me dijo entre los sollozos?  “Ma má…yo…qui.e.r.o…Time…Out!”  “Ma má…yo…qui.e.r.o…Time…Out!”.

Definitivamente, le concedí su petición.  El primer Time Out que conozco en el asiento del carro.

Se calmó y volvió a pedir su Kaloo y frisa y a llorar de nuevo.  Tuve que llamar a su padre para que la calmara por celular. También entré con ella al salón a ponerle las medias y los zapatos.

Toda esta experiencia en nombre de no engreir a mi hija.  Pero saben cómo me sentía??  POR QUÉ NO BUSQUÉ AL DICHOSO KALOO.

PD. Durante la perreta, su hermano Emil estaba monda’o de la risa aprendiendo el arte de manipular a mamá.

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