13 de mayo de 2010

Recibí esta reflexión:

 Tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo.  Salmos 139.13

En mi armario cuelga un suéter que rara vez uso. Es demasiado pequeño. Debería deshacerme de ese suéter, pero el amor no me lo permite. Es producto de la expresión de amor de mi abuela. Cada hebra fue escogida con cuidado, cada botón e hilo fueron seleccionados con afecto. Es valioso no por su función, sino por su creadora. Eso debe haber sido lo que el salmista tenía en mente cuando escribió “Tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre”.

Piensa en esas palabras. Fuiste tejido como una sola pieza. No eres un accidente, ni fuiste producido en masa. Fuiste planeado deliberadamente, específicamente dotado y colocado amorosamente en esta tierra por el Maestro Artesano. En un mundo que mide el valor humano por las cifras de su salario, o por la forma de vestir… déjame decirte algo: Dios te hizo único, no hay nadie igual a ti.