Con y sin perfume

©Brendaliz Figueroa, abril 2010

Esta mañana cuando me arrodillé para despedirme de mi hijo en el cuido, me di cuenta de que no tenía perfume puesto. Claro, mi esposo lo bañó hoy; algo se le tenía que olvidar.  Pero está bien, por lo menos estaba limpio. Me hizo un gran favor al bañarlo.

“Adiós caray, si hoy no tienes perfume…no importa, tú eres rico como quiera”, le dije.

La que lo cuida dijo: “él tiene su fanaticada con o sin perfume”.

Me enteré de que las empleadas del cuido que trabajan en otras áreas visitan a mi hijo todos los días en el área de bebés. Lo van buscando y dicen: “¿dónde está Joshua?”. Él les alegra el día con su felicidad eterna.

Me dijeron que es el bebé más feliz, fácil y simpático que tienen.  Salí de allí con un orgullo inmenso, pero más que nada con la alegría y la tranquilidad de saber que tengo un bebé feliz.

Insisto: el cuido debería pagarme a mí por dejarles a mi hijo. Es la terapia de ellas.

29 de abril de 2010

Join the conversation! 4 Comments

  1. Estoy de acuerdo contigo. Conozco a alquien que, si pudiera, te pagaría por tenerlo.

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