El ángel del parto

©Brendaliz Figueroa, 15 de julio de 2010

Mi parto fue más largo que las bodas de Caná de Galilea. Sin mi doula, hubiésemos formado allí la de San Quintín, cuando posiblemente mi esposo amenazara a la ginecóloga con matarla si no me arrancaba el muchacho de las entrañas como fuera. Muchas personas no conocen el término doula, y cuando hablo de ella tengo que explicar lo que es. Yo lo defino como el ángel del parto. La palabra doula proviene del griego, y significa “mujer que sirve”. La doula provee asistencia física, emocional y mental en el proceso del alumbramiento.
 
La primera en oponerse a estar asistidos y acompañados en el parto era yo. Mi esposo insistía en tener a alquien que nos ayudara en el proceso. Qué sabia decisión la que tomamos tan pronto conocimos a Rosemary. El click fue instantáneo, y la decisión, unánime. La contratamos inmediatamente.
 
Rosemary nos acompañó tres días en la sala de parto, me dio masajes, durmió en una silla, limpió todos los desastres que hice provocados por el descontrol total de mi cuerpo, hizo ejercicios conmigo, gestionó un bañito de agua caliente cuando ya había pasado un día y yo no daba señales de parto, me secó el sudor, me dio sobos con todo lo que encontró, respiró conmigo, me echó aire, me tranquilizaba, me daba esperanzas, sirvió de “stand” cuando necesité dos cuellos para colgarme al momento de pujar de pie. (El otro cuello fue el de mi esposo). En fin, ¿qué no hizo Rosemary?
 
Ver las caras de mi esposo y de Rosemary, sufriendo cada pujo, cada contracción, cada momento de dolor mezclado con frustración y desesperación me provocaba a mí más preocupación y lástima que otra cosa. Me daba pena que estuvieran allí viéndome sufrir, tan o más ansiosos que yo, oyendo mis quejidos, viéndo cómo se me iban los ojos y ya no podía ni pensar.
 
Allí estaba Rosemary diciéndome: “la cabeza está ahí, ya viene, respira, lo estás haciendo muy bien, sí, tú puedes, mírame”.  Tan metida en su rol estaba Rosemary, que cuando la ginecóloga me llevó la mano a la cabeza de mi bebé (aún adentro) con la intención de animarme, la dulce doula se conmovió hasta las lágrimas.
 
Yo no estaba preparada mentalmente para pasar tres días en sala de parto. Sin Rosemary, la historia hubiese sido otra. Me hubiese desquiciado, la doctora y las enfermeras me hubiesen tildado de loca, me llevaban a la carnicería, y seguro que me rajaban de lado a lado para sacarme a la criatura.
 
Gracias a Dios que Rosemary respondió a su llamado, y hace un tiempo dejó a lo que se dedicaba y decidió servir de esta manera. Todo pasa por algo. Haberla conocido tenía un gran propósito.
 
Mi hijo ya tiene diez meses y medio, y seguimos viéndola. Siento que aún le debo. Su compañía durante el parto fue tan buena, que me dan ganas de tener otro bebé para que ella me acompañe de nuevo.
No es pronto. Habrá que esperar algún tiempo. Ella será el ángel del parto, pero yo pariendo siento que estoy poseída. Todavía no estoy lista.

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  1. Hola, muy hermoso este artículo de agradecimiento que escribiste y publicaste hoy.

    Ser agradecido es la mejor manera de siempre recibir abundancia en bendiciones.

    Cuídense mucho y gracias por compartir esto.
    Daf

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  2. Gracias a ti y Heiko por darme la oportunidad de estar en un momento tan bendecido como el nacimiento de una vida llena de luz.

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  3. Rosemary:
    Siempre has sido alguien especial.Sobresales porque eres diferente,distinta, y hoy nos muestras ese otro lado.A veces no entendemos las cosas que ocurren en la vida y no comprendemos, dandole titulos como “casualidad”.
    Estas donde realmente Dios queria y te necesita.
    Me alegro mucho de tu labor y cuando leo estos mensajes de tanta calidad y labor humana me haces sentir muy orgullosa de ser tu mama.
    Dios te ilumine siempre. MAMI

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    • Marisol: me ha hecho llorar con este mensaje tan lindo. Antes de editar y publicar este “post”, una de las oraciones decía que no creo en las casualidades, ya que no existen. Así es, Rosemary está donde la necesitan. Puede estar eternamente orgulla de ella. Saludos. Y mis respetos para usted, ya que los hijos son un reflejo de los padres y la educación y la crianza que éstos le dan.

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