Por más enfática que fui en que no quería fotos del momento del alumbramiento per sé, como quiera las tuve, las tengo y las tendré.

En el momento de la verdad mi esposo le soltó la cámara a un hombre que había entrado a ver mi parto. No sabíamos quién era, y tampoco en calidad de qué estaba allí, pero mi esposo le dio tarea: “Toma fotos”.

Ya en la habitación del hospital, llega el orgulloso y feliz padre de mi hijo con fotos en mano. Cuando me vi eso AHÍ retratado, con la cabeza de mi hijo por fuera, ja, ¿qué no dije?

“¿Qué es esto? Yo NO quería esta foto”.  Definitivamente los hombres no escuchan.

Bueno, nada. Ni modo, no puedo cambiar lo sucedido. En el momento cumbre, con aquella muchedumbre allí de público pendiente de que mi hijo acabara de nacer, ¿qué más daba?

De vez en cuando veo la foto (que no está al alcance de cualquiera), y la impresión, el asombro y la incredulidad siguen siendo iguales que cuando di a luz.

Join the conversation! 2 Comments

  1. Es cierto, los hombres no escuchan. Lo malo es que en el momento de dar a luz, ellos son los que tienen (algo de) control. En tu caso fue una foto, en el mío un crew de gente esperándome cuando llegué del recovery a la habitación. Ni modo, al menos demos gracias de que nuestros bebés nacieron saludables, y tienen padres que , aunque a veces no escuchan a las madres, aman a sus hijos.

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    • Ja,ja…Ay Nadgie, qué mucho me río. Claro, a ti no te dio gracia encontrarte ese batallón de gente allí. Me lo puedo imaginar. No me quejo. Entre tu historia y la mía, prefiero la mía: tener fotos de “eso ahí” cuando salía mi muchachito. Es que si llego a la habitación y ya tengo allí un comité de bienvenida, con lo “escoñetá” que uno está, me muero…

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