Llegó el día…de dejar a mi hijo en el “daycare center”.
© Brendaliz Figueroa Guzmán
Cuando dejé a mi hijo en el centro de cuidado diurno por primera vez tenía dos meses. Sí, se había terminado el tiempo de “maternidad” y ya debía regresar a trabajar. Entregué una carta breve a quienes lo iban a estar cuidando por más de ocho horas diarias.
Hoy, tres años y varios meses después de aquel día, me pasó algo muy curioso. Durante mi hora de almuerzo estuve contando a varios compañeros de trabajo sobre ese primer día y aquella carta. Dije: “hablaba sobre la personalidad de mi bebé, las cosas que le gustaban, su ‘rutina’ (para que pudieran identificar su llanto o comportamiento según pasaba el día), y lo más importante, que les estaba dejando un pedazo de mi corazón, que confiaba en que estarían haciendo un buen trabajo, pero que yo estaba dejando bajo su cuidado a la persona más importante de mi vida.
Hoy mismo, por la noche, recibí un correo electrónico de una de las personas que cuidó a mi bebé esos primeros meses hasta el año. Me emocioné mucho al leer que le había tocado dejar a su bebé de cinco meses al cuidado de otros, que nunca había olvidado aquella carta que escribí el primer día de mi hijo en el “daycare”. Escribió que había sentido lo mismo: que estaba dejando una parte de su corazón.
Con su permiso, aquí su mensaje completo:
¡Hola!
Qué tal?
Estuve pensando en ustedes hace unas semanas y desde entonces quería escribirte.
Mi hijo empezó el cuido la semana pasada y me acorde de ti…los primeros días fueron fuerte, no para él, sino para mí…
Me acuerdo de la carta que escribiste cuando dejaste a Joshua–y aunque no recuerdo todo, me quedó que pusiste que en nuestro cuidado quedaba “parte de tu corazón”…y asi mismo me sentí. Después de 5 meses con él en casa, estaba segura de que nadie lo conoce o lo cuidaría como yo….Pero también me acordé estar de el otro lado (maestra) y aunque es muy cierto, eventualmente aprendemos el ritmo del bebé.
Me acuerdo que dijiste que creías que es más saludable para padres e hijos que los bebés vayan a cuido. Así conocen otros bebés y aprenden a ser sociables, cívicos, a compartir, etc…
Ahora todo eso me ‘hace sentido’ y quería agradecerte 🙂 La verdad es que me fue de aliento. Aprendí mucho en Little Brains, y agradezco la oportunidad que tuve de trabajar con los bebés y lo mucho que me enseñaron. Pero también por la oportunidad que tuve de conocer muchas mamás trabajadoras que a la vez dan el todo por sus hijos. Gracias por tu ejemplo!
Saludos a los 3!
Frany
Frany:
No creo en las casualidades. Si HOY contaba esto en mi trabajo y hoy mismo tú me escribiste es porque estos pensamientos estaban alineados/conectados de alguna manera. No hay nada que agradecerme. Al contrario, siempre he estado y estaré agradecida por todo el amor que le diste a mi hijo. Eso es algo que no se puede pagar (con dinero). Me alegra que madres trabajadoras y “fajonas” te hayamos inspirado, y sobre todo, que ahora que eres madre entiendas cómo me sentía todos los días cuando dejaba a mi hijo al cuidado de otros: simplemente feliz por el regalo más preciado…la maternidad.
En estos tiempos modernos, lo más importante es la calidad del tiempo que le dediques a tus hijos, y no necesariamente la cantidad.
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22 de marzo de 2013
¡Qué bonita historia se hace cuando creemos que hicimos algo “normal” o común y corriente, y resulta que causamos un gran impacto en otros!
Así es, Sonia, jamás hubiera imaginado que alguien recordara esa carta como yo, y mucho menos que algo así causara el impacto que causó en ella.
Gracias Sonia.
Awww!!! Que rico dejar tu huella en alguien!!! Pero sobre todo que haya tenido la cortesía y elegancia de escribirte. wow!
Sí, Leze. La verdad es que me sentí tan contenta al leer su email. Fue algo muy lindo. Y luego me contestó que también había aprendido la importancia de la lactancia, y estaba lactando full a su bebé.
🙂
Acabó de hacerme no el día, sino el mes.
Brenda, gracias por compartir historias tan lindas como estas. Tu bien lo has dicho, no hay casualidades!Un abrazo!!!
Gracias Silma. Me pareció algo digno de compartir.